(Por: Pavel
Guiñez Nahuelñir*.)
kelluafen trawultual tañi pu che
wiñoltuafymi tañi mapuche rakiduam
pelomtuafen antu ngunemapun
chuchi rupu taiñ inaiafel
Kume rupu, Kume rupu mu nga
inaleltuafen
fill mapu, fill mapu mu nga
allkungeai nga rakiduam
(Auka Purrun)
Piensan el hombre y la
mujer mientras escuchan, brazos cruzados sobre el pecho, escuchando,
escuchándose, masticando las ideas que surgen de las entrañas a medida que las
palabras van asentándose en su cabeza, evitando que la reflexión sea
reemplazada por una andanada de juicios sin orden y terminen asi, siendo dichas
de forma que el auditorio les reste seriedad. Hablan los antiguos, las antiguas,
en recta posición frente a la mesa, el mate servido corre, esta vez puro,
amargo, sin enjuagues, aquello avisa que la conversación es seria, lo
suficiente quizás para durar días, el resto escucha:
Nosotros y nosotras, hijos, hijas de
la noche, de la tierra, nos con-centramos en ella cuando sus rincones nos
invitan al sueño de un otro futuro, distinto, diferente, transitado con los
nuestros, al hombro, en brazos, delante o atrás, da igual, el asunto es ser
bandada, y dirigir o ir detrás, y donde nos toque jugar. En su oscuridad nos
preparamos para los desafíos del día, en ella nos hemos refugiado durante los
largos días de inclemencia, en ella hemos descansado para retomar el desafío de
seguir siendo vertiente, y aportar al fértil caudal de las ideas, acciones y
pensamientos de nuestra gente, que son la vocación vital e imparable que nos
recorre las venas y nos agita la esperanza. Nuestros hijos, “los de después”,
para quienes lo único que podemos legar es una montaña de posibles construidos
con nuestras manos, nos reclaman ser plantados en tierra fértil donde germinar,
vivir y proyectarse, y estamos en eso, peleando cada cual en su trinchera,
avanzando lo que nos permitan nuestras fuerzas, pero así como de nada sirve un
dedo fuera de la mano, de nada les servimos a los que vienen si no dejamos
huella, surco, camino para seguir aquello que nosotros continuamos, de lo que
otros y otras hicieron en otros tiempos.
Se produce una pausa,
se cargan las teteras mientras se muerden las razones, se descansan los
músculos responsables de nuestra posición y entonces toman su lugar los
descansados, la vida busca su equilibrio, su acomodo, los cuerpos también,
después de la pausa, quién habla continúa:
Sin embargo –sigue- no son
solo las penumbras las dueñas de la noche, también son los miedos y temores que
se han extendido hasta el día, ganándole terreno a las certezas que durante
siglos construimos, miedos hijos de un sistema político, jurídico y legislativo
impuesto por la fuerza de las armas durante la pacificación de la araucanía, y
que instaló otro país en nuestros territorios y entre nuestras gentes, creando
divisiones territoriales, al mismo tiempo que físicas y afectivas. Entre
nosotros sembraron dolores, rabias y penas, creció la más espesa de las
malezas, nuestra dispersión y sobrevivencia obligada, fue abono para el olvido
y el desarraigo de nuestra gente que sobrevivió vagando en las ciudades ajenas,
mismas condiciones en que se desarrolla el capitalismo y que construye su
imperio en nuestra división, con el abono de las desconfianzas, competencias, e
individualismos que nos siembra desde niños en las escuelas, iglesias, y sobre
todo por la guerra... o por el miedo a ella...
de vez en cuando agita
las brasas o de cuando en vez el azucarero, ambos signos de que nada quieto por
mucho arroja buenas señales, pierde vida y cada pausa sirve para remojar la
garganta, tal como el camino requiere descanso para ser terminado.
Yo creo - dice - que los jinetes del
apocalipsis montados sobre el dinero, expulsaron de nuestras relaciones
colectivas al cariño, el respeto y el acuerdo, y reemplazáronles con los
estériles y pasajeros valores wingka; la inmediatez del consumo, la
impaciencia, el apuro, el saludo “a la pasada”, la verdad absoluta de “lo
técnico”, el relego de las pasiones al rincón de lo ilógico, la conveniencia
como brújula de nuestras relaciones políticas, orgánicas, sociales, la
acumulación, el bienestar propio instalado sobre el malestar de otros, todo eso
y más, y aún no damos debida cuenta de aquello. Sin embargo no pudieron
expulsar a la voluntad, que se mantiene incólume refugiada en nuestros huesos y
en los huesos de los dominados, esperando que amaine la tormenta, a que
regresen los despatriados ahora contenidos en un “nosotros” con miles de
formas, rostros, manos, sexos, edades e ideas, ya dejemos de soñar, ya es
tiempo de despertar.
un sorbo, dos, y pasa:
Hoy, a los pueblos oprimidos del
continente, nos resulta imperativo y urgente construir un porvenir conjunto y
nuestroamericano, resulta urgente sentar la obra gruesa de ese proceso de
unidad que abrirá un nuevo período en la historia de las relaciones humanas y
que sentará Estados plenos, democráticos e incluyentes, que asuman la política
ya no “hacia” los pueblos, sino “desde” los pueblos, de forma tal que nadie se
sienta con la facultad de decidir por nosotros y nosotras, aquello que nos
compete. Y para despertar a ese desafío debemos planificar la musculatura de
nuestro sueño colectivo con nuestras propias manos, bien sabemos que todo
músculo requiere “ejercicios” preparatorios que fortalezcan nuestra potencia de
cara al gran desafío, que cimenten nuestro valor, nuestra confianza y nuestra
unidad; donde la organización, el debate, las ideas, las apuestas, son parte
constitutiva de este proceso que pretende abrazar a todos los marginados de la
tierra, porque tal como las gentes y los pueblos, las ideas que nos nacen
requieren circular, respirar, caminar y transformarse hasta ser superadas
creativamente y en sentido positivo por otras ideas, fruto de otros hombres y
mujeres paridos en otras circunstancias históricas.
se produce un silencio,
nadie interrumpe, nadie pregunta, la pava arde, el mate cruje y el fuego
crepita, aun no termina la vuelta y ya son varias las manos ansiosas que
esperan su turno, y aun quedan palabras refugiadas en garganta:
Los anteriores desafíos, requieren
que vayamos reconociéndonos y despojándonos de las ataduras en las que nos
obligaron a crecer como planta de huerta, atados a una guía, amarrándonos con
el menosprecio, el machismo, el mesianismo y el caudillismo, todos valores
coloniales traídos por el conquistador, ataduras que nos abundan y nos rigen
como las únicas seguridades ante los miedos; el miedo a crecer, el miedo a
debatir, el miedo a transformar, a sumar, el miedo al otro y la otra y sobre
todo el miedo a perder, agotando así las posibilidades de reunirnos en la misma
mesa a debatir nuestros distintos caminos para un fin compartido. Debemos
entonces organizar las urgencias y las importancias, sin pretender jamás
homogeneizar nuestras diferencias para reducir nuestras contradicciones en aras
de un sujeto-objeto estático y a-histórico interconectado por su dependencia
salarial. Las contradicciones que nos surjan, debemos entenderlas como el motor
de las transformaciones que nos permitirán avanzar a pasos agigantados hacia un
amanecer que sea antorcha de esperanza para los pueblos del mundo. Estamos
hechos de historia y la historia la tejemos nosotros y nosotras, que ante el
cansancio y la desazón de la soledad obligada de los nuestros en sus trabajos,
donde sus fuerzas se pagan por debajo de su valor, donde otros se roban nuestro
bienestar calculado en papel moneda, donde los nuestros se resignan a la
competencia permanente y la promesa individual de surgir a costa del otro/otra,
sobre cadáveres flanqueados por el crédito y el consumo, somos sombra y agua en
el desierto para los errantes. Sigamos haciendo y siendo esperanza para
despertar a los nuestros y sumarlos a este camino.
Somos fruto de quienes resistieron
a la comodidad de ser esclavos, y tal como ellos no aceptamos vivir sin
el control de nuestro porvenir, que lo sabemos ligado al porvenir del todo
completo y complejo que es la vida en la tierra- Que ésta rabia y esta alegría
sean aviso de que la larga noche de los 500 años agoniza en nuestras manos, y
que de nuestra apuesta colectiva y unánime, nacerá la unidad entre pueblos que
complemente nuestras diferencias para administrar nuestro territorio conforme a
nuestras leyes, nuestra formas de ser, de luchar, de creer, de pensar,
transformar, de vivir y de morir con dignidad. Nadie habla de volver al pasado
(que nos ha permitido existir, nada más ni nada menos que 14 mil años, por lo
que , algo sabemos), no, nadie dice eso, pero tenemos el desafío de construir
un mundo que sea mundo también para los que vienen y los que les sucederán, sin
el riesgo permanente de las crisis generadas por el “desarrollo”, ni estar
contando siempre el tiempo que nos queda en la tierra, ni por los riesgos de
retrotraer la historia ante los conflictos derivados de la administración de
los recursos.
Debemos prepararnos para vencer y
crear. Ya conocimos sus armas, su ambición autodestructiva, sus tecnologías
esclavistas, sus intenciones genocidas y sus divisiones internas hijas de sus
privilegios de clase, son sus diferencias y su competencia irracional las
oportunidades que nos servirán de trinchera en días aciagos, y serán nuestras
fortalezas como pueblo las que nos permitirán derribar el modelo capitalista y
su depredadora inconsciencia, el wingka no colabora, el wingka compite. la
colaboración, sepulturera de la competencia, implica acercarse, generar
afectos, saberse ahí, disponibles para las urgencias, aun siendo iguales en
dignidad pero distintos en humanidad, ¿Cuánto nos conocemos para abordar ese
camino de colaboración y unidad en la diferencia que abra las posibilidades a
un futuro radicalmente distinto, que destrone a la competencia actual por
fundar alternativas prometeicas, endogámicas y en solitario?.
Pues bien ¿Cómo nos imaginamos el
futuro? explicitar aquello que se desea implica plantear tácitamente lo que no
se desea, que es también un conocimiento obtenido gracias a la experiencia de
vivir en medio de aquello que se quiere transformar precisamente por ser
considerado nocivo, nefasto y causa de una serie de desequilibrios que originan
la desgracia en la que nos encontramos, intentemos voltear la ecuación:
Pensar las características de los
tiempos en que estamos viviendo, implica a su vez asumir que nuestra sociedad
mapuche es diversa y multiforme, que en ella han surgido a través del tiempo
diversos liderazgos que, fruto de una identidad colectiva común, se han
planteado caminos que permitiesen salvar la situacion de subordinacion en la
que se encontraban y encuentran los pueblos originarios ante el Estado de
Chile. En ese sentido, el diagnóstico común, dice relación con un proceso de
despojo que no solo fue territorial sino también cultural, lingüístico,
corporal y filosófico y determinó la situación actual de dispersión,
invisibilización y negación de la población mapuche a ambos lados de la
cordillera, en la que la subordinación en las ciudades, la de aquellos que
fuimos paulatinamente empujados a dejar nuestros territorios por la instalación
del latifundio, devenido en la actualidad en 3 millones de Há forestales,
nos impulsó a trabajos precarios, enrolamientos tempranos y oficios agobiantes
que nos permitieran superar el hambre a que nos obligaron. La discriminación
permanente tuvo por resultado la pérdida masiva de los rasgos culturales
distintivos como la lengua y la filosofía, generando un contexto en que al día
de hoy, por ejemplo, el 90% de la población mapuche percibe menos de $500.000,
con las consecuentes implicancias que ello tiene en materia de capital
cultural, social y oportunidades.
Así, las primeras generaciones que
llegaron a las ciudades, solo pudieron “resistir” estos embates permitiendo a
las siguientes generar las condiciones que permitieran a sus nietos, nosotros,
retomar los caminos y los intentos que nos habilitaran para, al menos, volver a
creer que ese estado inicial de soberanía plena es posible hoy, en un contexto
marcado por la fuerte emergencia del conflicto del Estado de Chile con el
Pueblo Mapuche, reorientando nuestras adscripciones identitarias en función de
un “común” de origen que nos responsabiliza e interpela, pese a su dispersión,
y aportando nuestros saberes adquiridos a ese fin, aún en la soledad de las
ciudades.
las gentes caminan
sobre sus espacios, esperan el baño, comparten impresiones bajo la tenue luz
del amanecer, comentarios van, vienen, la pausa abre paso al murmullo...ya ha
pasado bastante tiempo desde la última vez que salió el sol, y no se tiene
pleno recuerdo de aquellos días, pero se sienten. Los desafíos palpitan en las
entrañas y uno dubita ¿puede el fruto negar el árbol que le dio origen?¿puede
el fruto negarse a ser semilla o abono?¿podemos nosotros olvidar quienes somos,
abrazar porvenires ajenos y negarnos a ser abono o semilla?:
Durante el empeño de construir una
sociedad totalmente diferente a la actual, lo que implica la extinción total
del capitalismo y por tanto la expansión de nuestro objetivo a otras fronteras.
Donde seamos capaces de defendernos el derecho a participar como pueblos con
plenas potencialidades en la planificación de nuestro destino, uno de las
desafíos pendientes que debemos afrontar, dice relación con condiciones
estructurales que nos impiden o nos limitan nuestro propio desarrollo como
Pueblo, de cara al desafío de nuestra construcción nacional. Factores
económicos, políticos, culturales, sociales y geográficos, entre otros que
hemos enunciado, se confabulan para hacer de nuestra vocación un intento que le
resulta difícil despegarse de la situación general del pueblo chileno y sus
organizaciones: la falta de proyecto político (y por tanto expresión política
unitaria) capaz de superar a la consigna y que se pre figure como apuesta
concreta y viable en el territorio a recuperar, consensuar internamente
elementos de organización de la política y de lo político, de modelo económico,
de estructura administrativa, de formación de sujetos y sujetas capaces de construir,
defender y administrar ese territorio conforme a las exigencias actuales y
futuras.
Tenemos un potencial inmenso que
desarrollar, que es una ventaja a la vez que una responsabilidad inmensa, y es
que aún tenemos memoria de aquello que anhelamos, nuestra soberanía suspendida
a punta de fusil, no ha podido ser borrada de nuestras sobremesas, de cómo
nuestros antiguos y antiguas organizaban la vida, sus valores y la relación con
el entorno, tenemos esa memoria circulando y enseñándonos en la resistencia
cotidiana desde nuestro primer llanto en la tierra.
Es imperativo entonces desarrollar
nuestros aspectos programáticos, que es ni más ni menos que imaginarnos el
“wallmapu” como país en relación a otros países, como nación, con otras
naciones y que estructura será la que resuelva esa pregunta, unas estructura
con respuesta a las necesidades del presente, aspectos que nos permitan dibujar
elementos estratégicos que nos hagan capaces de dialogar con organizaciones
nacientes del pueblo de chile en función de acuerdos y avances compartidos, y
que, desde la nueva izquierda, puedan significar construir un proyecto común de
mediano plazo que abra la puerta a un futuro co-construido en equilibrio, apoyo
y respeto. Esas carencias o urgencias, nos dicen que más allá del mismo
enemigo, tenemos quizás más puntos de contacto en nuestras propias debilidades;
ergo, la construcción de nuestra “común-unidad” pasajera (juntos pero no
revueltos) que exige la superación del capitalismo, excede y con creces al
común-enemigo. (para ponernos de acuerdo en que viene después, después).
Paralelamente, y como las orillas de
un río o las vías del tren, ¿podemos vencer en solitario e independiente de lo
que suceda con el pueblo chileno?¿como hacer para que la respuesta negativa a
la pregunta anterior, no implique a su vez ser colonizados, o sea nuevamente
subordinados, ahora desde la izquierda?.
Sabemos que la culpa no es ni será
del chancho, y por tanto somos y seremos responsables tanto de lo que hagamos
como de lo que dejemos de hacer, estamos obligados y obligadas si queremos
liberar a nuestra sociedad, a avanzar en la politización y educación profunda
de nuestros pueblos y sociedades, debemos generar los espacios que, en función
de rescatar la cultura y la identidad mapuche, permita a sus hombres y mujeres,
avanzar en grados de consolidación del proyecto de sociedad, expresado en
nuestra capacidad de conflictuar de manera sólida y unitaria contra el Estado
neoliberal, y con él al proyecto histórico del bloque en el poder que se basa
en el robo de nuestros recursos naturales, debemos construir niveles de
masividad que doten de viabilidad al proyecto de liberación mapuche, tanto en
los campos como en las ciudades, y en estas últimas, construir los senderos que
traigan a los mapuche errantes que aún buscan saber de dónde vienen, porque la
sociedad wingka definitivamente, no les pertenece.
Para aquello: ¿Podemos prescindir de
las alianzas estratégicas con el pueblo de chile y sus organizaciones para este
objetivo aun cuando ello implique apostar por un gobierno de los pueblos en
dicha perspectiva unitaria? yo creo que de ninguna manera, ¿en que condiciones
se debe dar dicha relación?, al menos, de respeto entre las partes y sus
espacios y equilibrio político en las relaciones internas e intra pueblos:
“la cultura y la sociedad mapuche siempre se mostraron permeables a los
“préstamos culturales”, y “lo mapuche” es más complejo hoy de lo que fue alguna
vez en el pasado, y se expresa tanto bajo la forma de una minoría campesina,
como por sobre todo, una mayoría urbana. Los mapuche son la suma de todo eso, y
la suma de todo eso es lo mapuche” (José Mariman)
La superación de la condición de
subordinación actual de nuestro pueblo, de nuestros pueblos, tiene como
requisito fundamental el florecimiento exponencial de nuestras propias
cualidades y capacidades como sujetos y sujetas políticas, hacia niveles
superiores a los que actualmente nos rigen para liberarnos, ese proceso no será
de un día para otro y quizás ni siquiera alcance una generación para dicha
superación.
Pero si hoy comenzamos a pensarnos, a
mirarnos como hombres y mujeres con la capacidad total de llevar a cabo dichas transformaciones,
de pensarlas, de confiarlas, de sentirlas, creyendo firmemente que son
posibles, sin vacilaciones, entendiendo que la extinción del capitalismo no
será de un día para otro pero será, y que no obstante cada día que avanzamos
los pueblos, es un día menos de tranquilidad para los ricos, y es así no sólo
porque lo queremos y lo creemos, sino porque cada vez que llegamos a nuestras
casas, la oscura esperanza de la noche contenida en los ojos de nuestros niños
y niñas, nos convencen de que es absolutamente necesario asumir estos desafíos,
porque ningún fruto cae lejos de su árbol, porque ninguna astilla le rinde
tributo a un madero diferente al que la parió. Si es así, podemos estar seguros
y seguras que más de diez veces...Venceremos.
Mapuche- Lafkenche.
Militante Izquierda Libertaria - Chile
NOTA de la Redacción: Texto de la exposición efectuada en el marco de la 3ra.. Escuela Internacional del ALBA