jueves, 26 de noviembre de 2015

Ruptura Democrática en Chile, Partido Frente de Izquierda y MPSA. Por Diego Ramírez.


La Ruptura Democrática (RD) en Chile necesita adecuarse a su contexto nacional, y ya pasados dos años del Gobierno de la Nueva Mayoría, y defraudadas todas las esperanzas que gran parte de la población puso en su programa, es posible reconocer el carácter regresivo y la crisis del reformismo tradicional chileno[1].
Ante esto debemos situar correctamente el cómo desarrollamos programáticamente el proyecto político libertario y la Ruptura Democrática en tanto expresión estratégica para el período actual, identificando alianzas, sus distintos niveles (estratégicas, tácticas, coyunturales) y realineamientos generales que queremos que ocurran para llegar a una correlación de fuerzas favorables para nuestros objetivos.
Esto nos lleva al problema del instrumento político a ser utilizado, es decir, el Partido. ¿Cómo lo  desarrollamos? ¿Hacia dónde desarrollamos nuestra plataforma programática? Con qué fuerzas nos aliamos para realizar y perspectivar trabajos formales y levantar el Frente de Izquierda y la Vanguardia compartida? ¿En base a qué comenzar a levantar el Movimiento Político y Social Amplio (MPSA)? ¿De qué manera convocamos a los simpatizantes históricos y votantes de los sectores progresistas y reformistas de la Concertación? Todas estas son preguntas que debemos tratar de responder en el camino de la ruptura democrática, en nuestro avance al socialismo.
En este contexto podemos decir que al igual que la democracia protegida que nos rige, los partidos de centro izquierda tradicionales son irreformables desde dentro, o desde su misma coalición, y no cuentan con alguna figura de renombre o presencia nacional que pueda liderar un proceso de izquierdización o renovación positiva en ellos, al estilo de un Corbyn criollo.Cualquier realineamiento y diferenciación del proyecto neoliberal y clientelar de la Concertación  solamente podrá surgir gracias a una fuerte presión político social externa, como la que sólo puede llevar adelante una izquierda revolucionaria unida y radicalmente transformadora.
Es en esta línea que la R.D. va desarrollándose, incorporando aspectos programáticos e institucionales que sientan las bases para una nueva correlación de fuerzas que constituya un escenario favorable para el campo popular. Este programa de transformaciones radicalmente democráticas se expresan en cambios en la estructuración del Estado, de las municipalidades y el poder local, las regiones y una descentralización real, un nuevo código laboral, un sistema de previsión social verdadero, salud, educación, transporte y vivienda como derechos sociales,avanzando en una nueva concepción de la economía y de lo social que constituya un modelo de desarrollo alternativo para Chile, socialista y democrático.
Pero ¿cómo avanzamos en esta construcción? Por parte de la Izquierda Libertaria se ha dejado claro que el protagonismo recae en el movimiento de masas, politizado y articulado en torno de la clase trabajadora, de manera que conquiste nuevas posiciones usando un amplio abanico de herramientas tácticas que incluya la acción directa de masas y la institucionalidad. En cuanto a este último, su uso apuesta a permitir, junto al aprendizaje y experiencia en campañas y administración, el avance legislativo de carácter rupturista, el blindaje de las conquistas populares, el desarrollo democrático de los poderes locales, el apoyo al movimiento de masas y el constante acoso a la resistencia reaccionaria. Develando al mismo tiempo las limitaciones estructurales de nuestra democracia protegida, que es importante recalcar, jamás permitirá por sí sola el avance al socialismo.
En cuanto a la democracia como concepto, tal como ya dijimos en otras ocasiones[2], creemos que debemos reposicionar el concepto como un elemento central en las conquistas de la clase trabajadora, a la que nada se le regala, y que tiene un carácter dinámico, sujeto íntimamente a la lucha de clases y como tal bajo el efecto de las correlaciones de fuerzas presentes en su desarrollo. Así, nuestro programa debe incluirse dentro del contexto de la construcción socialista de la democracia, de una ruptura democrática que la profundice y supere sus limitaciones burguesas, incluyendo la democracia política, social y económica en un todo indivisible con el concepto de socialismo.
Todas estas concepciones debemos ser capaces de materializarlas en un programa político y social de reformas claras, concretas, factibles de instalar y que den cuerpo al ya mencionado nuevo modelo de desarrollo nacional con bajadas regionales y por sector económico, incorporando también una perspectiva de integración regional. Así, y sólo así, se podrá disputar y derrotar el sentido común y proyectual del neoliberalismo.
Falta revisar entonces las herramientas con las que buscaremos lograr estos objetivos. Como Izquierda Libertaria hemos comenzado a clarificar este tema tímidamente en base a las concepciones de Partido de masasFrente de IzquierdaMovimiento Político y Social Amplio.
                Como base entendemos que la lucha por el socialismo en Chile la desarrollamos en el marco de una democracia burguesa inserta en un modelo neoliberal protegido. Entre sus características está su sistema presidencialista y pluripartidista con  una izquierda altamente fragmentada, y dos coaliciones principales –el “bloque en el poder”- deslegitimadas pero férreamente instaladas en el control del sistema. Esto acentúa la imagen de la izquierda como algo marginal, con organizaciones muchas veces con poca o nula capacidad de alterar la realidad a pesar de su crecimiento en el último tiempo, lo que lastra la capacidad de  disputarle al bloque en el poder la conducción política del país.
                Para poder articular la fuerza que permita revertir esta situación, es necesario retomar la idea de una “vanguardia compartida” como elemento de unión democrática en la izquierda, en contraposición al hegemonismo mal entendido, el vanguardismo, el iluminismo y el sectarismo. Esta vanguardia compartida es la que se plasmaría idealmente en el núcleo (pero no necesariamente en el todo) del “Frente de Izquierda”, ya que tiene un carácter de alianza estratégica, principal, siendo una conjunción política que debe avanzar paulatinamente a generar instancias de trabajo de masas y político formal y unificado, creando, y no decretando, al Movimiento Político Social Amplio, que será quien finalmente impulse la Ruptura Democrática.
                Estas 3 dimensiones son diferentes pero están íntimamente ligadas entre sí. Como Izquierda Libertaria, estamos en proceso de levantarnos como una organización política de masas, programática, política y con una perspectiva clasista, representante del proyecto comunista libertario. Entre sus características está el ser democrático y de carácter nacional, de cuadros y militantes, público, dúctil y capaz de afrontar todas las tareas necesarias para la construcción del socialismo en Chile. El Partido de masas debe ser capaz de estar en la institucionalidad y en los movimientos de masas, buscando la síntesis de experiencias, retroalimentando las distintas dimensiones de su quehacer político pero entendiendo que es el movimiento de masas el que le da sentido a la construcción del “camino chileno” al socialismo, estando lo institucional siempre en función de su desarrollo y no al revés.
Por otro lado, el Frente de Izquierda es el lugar en el que, en principio, todas las agrupaciones políticas y sus agrupaciones aliadas, que concordamos con los objetivos del período aunque no sean acuerdos estratégicos, nos encontramos para trabajar juntos en la Ruptura Democrática (aunque se le designe con otro nombre). Así, todos impulsaremos las grandes luchas y  reformas democratizantes y con perspectivas socialistas aunque haya diferencias,  entendiendo que incluso dentro del Frente de Izquierda puede haber subgrupos informales, agrupaciones con las que sí haya alianzas estratégicas  y principales, y otras de carácter más táctico o puntual.
Este espacio contendrá todas las discusiones tácticas y estratégicas que involucren las luchas del período y no puede dedicarse exclusivamente a lo institucional, ya que esta dimensión no está separada de ningún modo de la lucha de masas, por lo que el Frente es por definición una herramienta para todos nuestros ámbitos de acción, y en ningún caso un frente electoral.
Por lo demás, hay que entender que este es un frente político más que social, sobre todo en sus comienzos por el estado del mismo movimiento de masas en Chile, y esto le da ciertas características, como por ejemplo que no es un espacio de masas. Así las cosas, es en este espacio en el que se tendrán que ir formalizando las alianzas entre los distintos partidos y organizaciones, y del que nacerán paulatinamente los espacios de inserción política unitarias por sector que irán volcándose a las masas, integrando más compañeros e independientes, masificando y basificando el trabajo e integrando más capas sociales a la lucha. Este frente debe ser profundamente democrático pero claro en sus objetivos y líneas de acción.
Dentro de éste se formará la “vanguardia compartida”, la que tendrá como función direccionar políticamente la lucha de nuestro pueblo en todos sus aspectos. Este espacio puede contener distintas sensibilidades de izquierda mientras no se contradigan los objetivos del espacio ni se actúe sectariamente, con lo que es posible integrar sectores sanamente reformistas como el Partido Comunista, a Revolución Democrática o grupos de base del Partido Socialista ajenos a las direcciones  y burocracias neoliberales siempre y cuando rompan claramente con las fuerzas del bloque en el poder. Integrar a estos sectores reformistas a nuestra lucha nos permitirá, al mismo tiempo que amplificamos la fuerza, capacidad y presencia del bloque contra hegemónico en la correlación general, restarle sectores sociales y políticos a la oligarquía, la burguesía y al imperialismo. Es decir, aislar a los enemigos de los cambios y la democratización real de la sociedad.
No podemos perder de vista la certeza histórica de que cualquier proceso profundo de reformas estructurales es siempre extremadamente complejo, que necesita mucha claridad, mucho despliegue de fuerza, mucha integración y el sectarismo solamente lo debilita y le regala espacio y sectores a la reacción. Por otro lado, también es necesario abrir un diálogo respetuoso, maduro e igualitario con el amplio espectro de organizaciones, grupos y colectivos situadosa la izquierda de nuestro partido, que muchas veces contiene organizaciones pequeñas pero que representan una parte a considerar en la politización de nuestro pueblo, sobre todo a niveles locales. Su integración a nivel del Frente de Izquierda o del MPSA deberá ser definido de acuerdo al carácter de estas y no podemos imponer a priori en donde será o vetar grupos, a menos que su actitud sea completamente sectaria y violenta hacia el resto de la izquierda.
Dicha política de alianzas será favorable solo si entendemos la importancia de nuestras propias organizaciones, ya que es la fuerza política que desarrollen las organizaciones de izquierda, la única garantía de contener la posibilidad de que el Frente de Izquierda se constituya como un agente de una conciliación de clases y abandone su perspectiva socialista. La tarea de conducir el espacio es nuestra, y no de los demás. En resumen, es necesaria la construcción de una política de alianzas con ambos sectores, pero el éxito de dicho proceso depende tanto de apertura y disposición de dialogar de otras fuerzas, así como de nuestro compromiso, responsabilidad y ética para concretar los diferentes acuerdos y trabajos en común, y de ser lo suficientemente maduros como para que ningún grupo arrolle a otro simplemente por tener una estructura de mayor tamaño e inserción.
En fin, retomando lo dicho sobre el surgimiento de espacios de inserción comunes, es importante recalcar que ninguna alianza política que levantemos puede ser de carácter exclusivo, como por ejemplo, meramente electoral o limitada a la lucha sindical o territorial. Nuestra estrategia es integrada, con preponderancia en el trabajo de masas, y nuestros organismos y alianzas deben ser IGUALES o se correrá el riesgo de que algún aspecto de esto se desbanque y fracasará la estrategia al particularizarse en demasía.
Por último, el MPSA, pieza central de la lucha por la Ruptura Democrática y del socialismo, es el espacio político social y de masas por excelencia, y como tal va mucho más allá de una mera alianza partidaria. Este es el espacio en el cual se agrupa el movimiento de masas en su proceso de politización y masificación, y por tanto no puede comenzar como un movimiento ultra politizado ni como un mero rejunte de organizaciones políticas y sus aparatos de masas. El Movimiento Político Social Amplio NO se decreta, se desarrolla a partir del movimiento de masas real, amplio, vivo, y existente.
Aunque puede nacer de la propia masificación del Frente de Izquierda, de su basificación y retroalimentación con las organizaciones de masas del pueblo, también puede ser fruto de un proceso paralelo entre el desarrollo de las vanguardias partidarias y del movimiento de masas, sobre todo de un renacimiento de la clase trabajadora organizada, que luego entroncaría con las organizaciones políticas. Pero nunca puede ser una imposición de estas últimas, ya que coartarían enormemente su potencial masivo y de representación y atracción política.
Este sería un típico error trotskista de sobre politización de un espacio de masas. A diferencia de aquellos, nosotros entendemos que el MPSA debe ser por necesidad amplio, popular, e ir más allá de quienes comparten conscientemente nuestros objetivos, y es en su interior en donde debemos instalar, propagar y finalmente hegemonizar la lucha política e ideológica, de cara a las masas  y al pueblo. Los únicos requisitos para integrarse deben ser el aspecto radicalmente democrático, político social, popular, el acuerdo programático y no estar en contra de la política  ni los partidos.
El MPSA no tiene una dirección política decretada de origen si no en disputa, lo cual es INEVITABLE dado su carácter político social, y no partidario. Es NUESTRA responsabilidad el ser capaces de impregnarle de los objetivos acordes a nuestra estrategia, y esta es una tarea permanente del partido y del frente de izquierda. Este mismo proceso de lucha política de masas el que presionará a los aliados reformistas y progresistas a definirse finalmente por el socialismo de matriz democrática o la reacción, permitiéndonos anular sus tendencias centristas, e integrando a todos sus sanos elementos al bando popular, nacional, democrático y revolucionario. Porque esta es la finalidad última del MPSA, ser la expresión de la lucha política de masas en todos los frentes, hacia la Ruptura Democrática, y como tal debe estar en la acción directa de masas de todo tipo así como en la lucha institucional.
Por esto es que los niveles de organización y politización dentro de nuestra estrategia para el período son distintos pero indivisibles en su perspectiva. No puede haber un MPSA claro y con independencia de clases sin un Frente de Izquierdas sano y que se dirija hacia la construcción de una vanguardia revolucionaria compartida. Y esta no podrá cumplir con el objetivo de la Ruptura Democrática sin el concurso de un fuerte partido de masas libertario, que participe de él y del MPSA junto al resto de la izquierda chilena, superando divisiones  y sectarismos artificiales. La confusión de estos niveles de organización, así como caer en desviaciones como el electoralismo vacío y el oportunismo, o como el subvalorar el rol de lo institucional, puede hacernos fracasar en nuestro empeño.
                Para finalizar, hay que puntualizar que las tareas del momento son dar los primeros pasos hacia la estructuración del Frente de Izquierda y del MPSA, clarificando sus distintas pero complementarias características. EL CARÁCTER INSTRUMENTAL Y OPORTUNISTA DE LAS ALIANZAS EN LA IZQUIERDA DEBE TERMINAR para dar paso a una construcción seria que surge de los profundos acuerdos programáticos que tenemos con el resto de la izquierda, por generales que puedan parecernos, y debemos realizarla hacia las organizaciones cercanas en primer lugar, y tanto hacia las más grandes como a las más pequeñas. Demás está recalcar que la invitación es a conversar pero con objetivos claros, acuerdos y proceso de creación de espacios comunes, Frente de izquierda y futuro MPSA, elementos de lucha de masas, acción directa e institucionalidad.
Hoy más que nunca la lucha por el socialismo necesita claridades, organización, disciplina y política, la hora de dejar atrás nuestra adolescencia política y las meras consignas ha llegado.
[1] Se usa el concepto reformismo y reformista en su acepción positiva, es decir como alguien que busca reformas, cambios radicales de la situación actual, y no en tanto reaccionarismo “camuflado” que busca retrasar algún hipotético cambio revolucionario a través de meros ajustes.
[2] Revisar el artículo “La democracia de masas: una apuesta libertaria para el actual período”, disponible en internet.
FUENTE: http://www.perspectivadiagonal.org/ruptura-democratica-en-chile-partido-frente-de-izquierda-y-mpsa/#_ftn1

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