El mundo desarrollado
parece estar locamente enamorado del “milagro chileno”, tal como expresara
Milton Friedman unos años atrás. Sus logros están expuestos en todas partes,
incluyendo el apoyo del Banco Mundial por tener la “economía de ingresos más
altos”. Además el país tiene el bono soberano más fuerte de Sudamérica. Sí,
Chile es todo un modelo ejemplar de neoliberalismo.
Para quienes no estén
familiarizados, el neoliberalismo es la doctrina del economista Milton Friedman
de que el mejor gobierno es el más reducido. Después de todo, la gente puede
cuidar de sí misma y se gana mucho más dinero cuando se tiene la posibilidad de
tomar decisiones en un mercado libre de regulaciones. La fórmula operativa es:
entre menos gobierno exista, más dinero recaerá en el sector privado. Como tal,
Chile representa el epítome del neoliberalismo, y nos muestra la probable
dirección que tomará Estados Unidos.
El “milagro chileno” es absolutamente cierto si ya eres rico.
Sin embargo una vez
que se baja la cortina, las complejidades de Chile desafían las fanfarrias
triunfales de esta diosa neoliberal del capitalismo.
Chile tiene una
“economía de plantaciones“, similar en muchos aspectos a la economía de
plantaciones que tuvo el sur de los Estados Unidos durante el siglo XIX.
Durante su cénit, habían 4 a 5 millones de esclavos que eran propiedad del 3.8%
de los ciudadanos. Los propietarios de los esclavos los compraban, les daban un
techo y los alimentaban.
Hoy en Chile el
término “esclavo” se cambió por el término “trabajador”, donde en vez de darles
alojamiento y alimentación -como hacían los propietarios de esclavos del siglo
XIX- se les entrega un estipendio de 300 mil pesos mensuales para que se lo
provean ellos mismos. De paso, los propietarios se evitan el estigma de la
esclavitud.
Se estima que la mitad
de los chilenos recibe menos de 300 mil pesos al mes, lo que crea un mercado de
esclavos incluso más grande que el de Estados Unidos en 1850.
La riqueza en Chile
está tan concentrada en favor de unos pocos que se asemeja a la torre inclinada
de Pisa, presta a caer en cualquier momento. Los conglomerados y/o las familias
extremadamente ricas lo controlan todo, desde las farmacias hasta los hoteles,
pasando por los derechos de pesca, las tiendas de retail, las mineras y los
supermercados. Es un estado-nación de concentración de la propiedad. El país es
como una fotografía de la dirección hacia donde va Estados Unidos, como estado
netamente corporativo. Después de todo la clase media ya está bajo ataque.
La brutal realidad del milagro chileno.
De acuerdo a la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “Chile es el
país de la OCDE con la mayor brecha entre ricos y pobres”, así como el 4º país
más pobre de sus 34 miembros.
“La inequidad en Chile
es una de las más altas del mundo (su coeficiente Gini es de 52.1) y los
aspectos de bienestar que no deberían estar ligados al ingreso, como la salud y
la educación, también están inclinadas en favor de los ricos”, señala Tamar
Manuelyan Atinc en “¿Puede la reforma educacional resolver la desigualdad y
frustración de la clase media? El experimento chileno”, publicado en mayo de
2014.
La administración de
Pinochet (1973-90) puso los cimientos para el trabajo esclavo al adoptar el
neoliberalismo de Milton Friedman. Pinochet abolió los sindicatos. El primer
curso de acción de los “Chicago Boys” tras Allende, el derrocado presidente que
resultó muerto (supuestamente se suicidó en el palacio presidencial), fue hundir
la economía manipulando las herramientas financieras, facilitando el reducir
los derechos de los trabajadores. Los trabajadores siempre son más vulnerables
durante las recesiones.
De acuerdo a Bárbara
Figueroa, presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), los
trabajadores han esperado por más de 30 años por reformas laborales que
compensen las realizadas por la dictadura de derecha del general Augusto
Pinochet, quien implementó reformas neoliberales que diezmaron las regulaciones
y derechos de los trabajadores.
En tanto Gonzalo
Durán, economista e investigador en la Fundación Sol, una ONG que se centra en
problemas laborales, asegura que “90% de los chilenos gana menos de 650.000
pesos al mes. Es decir, 9 de cada 10 trabajadores en Chile ganan menos que el
salario mínimo promedio de los países desarrollados”.
Sí, 9 de cada 10
trabajadores -a quienes también podríamos denominar esclavos- ganan menos que
el salario mínimo promedio de los países desarrollados. Esto deja a sólo 1 de
cada 10 trabajadores fuera del riesgo de pisar una cáscara de plátano y caer en
el pozo de la pobreza.
Como explica
Emmanuelle Barozet, socióloga de la Universidad de Chile, “el ingreso de la
clase media chilena es muy bajo. Esto acarrea como resultado que la distancia entre
las clases más bajas y la clase media sea muy escasa. Esta precaria situación
económica los hace susceptibles al descenso social debido al desempleo,
enfermedad o pobreza en la vejez”.
La clase media está
definida como todos aquellos que ganan más de 300.000 pesos en Chile.
Aún así, todos los
indicadores neoliberales en el mundo, como el Banco Mundial o el Fondo
Monetario Internacional (FMI), destacan cuán rápido ha crecido el producto
interno bruto e ingresos per cápita en Chile, llegando a los 8.5 millones de
pesos. Sin embargo al inspeccionar en detalle, se desprende que si retiramos
entre el 1% y 10% más rico, entonces el ingreso promedio per cápita se reduce a
2.4 millones. Esta cifra coincide con los 230 mil pesos mensuales de salario
mínimo. ¡Intenta mantener una familia con 230 mil pesos al mes!
21% de los chilenos
viven en la pobreza. López, Figueroa y Gutiérrez analizaron la distribución
del ingreso de Chile en 2013 usando los datos que posee el Servicio de
Impuestos Internos. “Existe evidencia de que los indicadores que miden la
inequidad, todos basados en información tributaria, subestiman la real
concentración del ingreso”, destacan.
“El estudio de López,
Figueroa y Gutiérrez confirma el análisis de que la información sobre la
distribución del ingreso en Chile está profundamente afectada por la falta de
información sobre los ‘súper ricos’ en la encuesta Casen. Los autores concluyen
que los ingresos del 1% más rico del país es fuertemente subestimada utilizando
la Casen”, señala Sarah Gammage, de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) dependiente de las Naciones Unidas.
“La evidencia
presentada aquí resalta que la inequidad en el ingreso se ha disparado en las
décadas de 1990 y 2000, con sólo un 22% de los trabajadores teniendo lo que
podría describirse como un trabajo bien remunerado”.
Sólo 22% de los
chilenos tienen un trabajo bien remunerado. Esto nos deja con un 78% de la
población con trabajos mal remunerados, que es donde la esclavitud comienza y
termina. Sí, 78%.
Como resultado, es
extraño que Chile esté tan bien considerado por los organismos mundiales, pero
por otro lado, ¿quién está proveyendo estas cifras? ¿Cuánta fiabilidad tienen
los números que se están entregando al mundo?
Los estudiantes chilenos: catalizadores del cambio
“40 años después del
golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet, Chile sigue siendo
una nación herida y dividida, donde el pasado aún vive en el presente”,
afirmaba en 2013 el Centro Pulitzer para el Reporte de Crisis.
Los estudiantes chilenos
han salido a las calles para protestar en contra de un sistema educacional
privatizado que los ha dejado fuera del mercado educativo. Más aún, sus
acciones son síntomas de problemas mucho más profundos, como la severa
inequidad o la falta de oportunidades para acceder a una mejor condición
social, hundidos entre las cuadras y cuadras de casas para los pobres, en
suburbios escondidos de las brillantes calles de Santiago.
“De acuerdo a la ONG
Un Techo para Chile, los campamentos se localizan en áreas por lo general
ocupadas irregularmente, donde la urbanización es limitada o inexistente. El
acceso a servicios básicos como agua potable o alcantarillado está severamente
limitado. El acceso a un sistema de salud y educación de calidad no está
disponible”, enunciaba The Santiago Times en 2009.
Según explica el
presidente de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad
Católica, Noam Titelman, el combustible que impulsó el movimiento estudiantil
fue la acumulación de “injusticia, inequidad y desesperanza”.
Cuando una sociedad le
falla a su gente, la desesperanza sale a las calles.
El neoliberalismo es
una teoría económica que funciona extremadamente bien si ya eres rico. Para el
resto de la sociedad, el tema aún está por verse. Sin embargo si Chile es el
mejor ejemplo de cómo funciona el neoliberalismo, los resultados están a la vista.
Robert McChesney,
editor de Monthly Review, asegura que el neoliberalismo “es el capitalismo sin
guantes”.
Pero incluso más
agudo, el autor neoyorkino y crítico social Fran Lebowitz dijo esto sobre el
neoliberalismo: “En la Unión Soviética, el capitalismo triunfó sobre el
comunismo. En Estados Unidos, el capitalismo triunfó sobre la democracia”.
Robert Hunziker
Periodista económico y medioambiental
Fuente: BioBioChile
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