Ayer quedé impactado al enterarme del asesinato de Berta
Cáceres en su casa de Honduras, a manos de mercenarios.
Impactado no por lo inesperado de la noticia, ya que
todos los años los dueños de la riqueza y sus sicarios matan a cientos de
dirigentes políticos y sociales en México, en Colombia, en la misma Honduras,
en la guerra permanente por expandir su dominio a costa de las comunidades y de
la vida misma.
Impactado por la personalidad de la víctima y por el vacío que
deja.
Imposible resumir en unas breves líneas lo que suponía Berta en
su quíntuple condición de oprimida: mujer, indígena, campesina, hondureña,
nuestramericana, porque en todas esas facetas desempeñó un rol destacado.
Berta se había hecho muy conocida fuera de Honduras por el rol
del proceso que lideraba, el COPINH, en la resistencia al Golpe de Estado que
depuso al presidente Zelaya, pero fue en 2010 cuando la conocí, haciendo
campaña por justicia para Bety Cariño, otra gran mujer y líder indígena
asesinada ese año en Oaxaca.
Tras la campaña por Bety vino el Congreso por la Paz en
Colombia, el afianzamiento de la CLOC, la articulación de los procesos sociales
por el ALBA a nivel continental, la defensa de la soberanía de Venezuela.
Berta participó en primera línea de todas esas batallas latinoamericanas y de
muchas más, compaginándolas, conectándolas, entendiendo la íntima conexión con
el proceso de resistencia al despojo en Honduras.
Una líder de talla latinoamericana, que las balas asesinas nos
han robado.
Pero no nos vamos a quedar contando nuestros muertos, ni nos
vamos a dejar desmoralizar, vamos a seguir con la misma fuerza construyendo
vida digna y disputándoles el poder a quienes ordenaron el asesinato de Berta.
Desde ayer una nueva razón para seguir trabajando por una sociedad donde la
vida humana se respete en lo que vale, seguiremos adelante y VENCEREMOS
Manu García.
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