A propósito de acciones que han llevado adelante algunas
organizaciones políticas bajo una tesis de "incidencia política", me
permito compartir una reflexión, en base a nuestra
propia experiencia.
Durante la mayor parte del año pasado, la Izquierda Libertaria
mantuvo la "tesis de la
incidencia", entendiendo que la única forma de impedir el cierre del
ciclo de movilizaciones abierto el 2006, era denunciando las limitaciones de
las reformas del gobierno y, al mismo tiempo, disputar su sentido hacia
reformas que fueran realmente estructurales.
En el ámbito tanto de la educación como desde el mundo del
trabajo realizamos estos esfuerzos. Asumimos, desde el FEL, el desafío de
participar tanto en las mesas prelegislativas, como en los procesos de
movilización del movimiento estudiantil, entendiendo que la denuncia nunca es
suficiente, si los procesos de movilización no se acompañan con claridad
programática, y participación en espacios de incidencia.
Desde nuestro frente sindical los esfuerzos fueron similares,
donde no sólo fuimos parte de comisiones parlamentarias y de apoyo a diputados,
para proponer una reforma laboral pensada desde los intereses de la clase
trabajadora; sino que a su vez impulsamos, junto a otros actores, la
articulación de organizaciones sindicales de los sectores estratégicos de la
economía, en la llamada 4x4, convocando a dos paralizaciones nacionales en
contra de la reforma laboral, que paralizó faenas en la minería, la
construcción, la industria forestal y algunos puertos del país.
Lo cierto es que cometimos errores, tanto de lectura como de
implementación.
En primer lugar, fuimos la única organización política, fuera
del gobierno, con esta tesis en el campo educacional (lo que tuvo un alto costo
para el FEL el año pasado); mientras que dentro del mundo del trabajo, resultó
muy difícil realizar una articulación con otras organizaciones.
Esto, debido fundamentalmente a la bajísima inserción de
partidos de izquierda en el mundo sindical (incluso la renuncia de algunas de
realizar este tipo de trabajo), y también por el rol que cumple el Partido
Comunista en algunas de las principales organizaciones sindicales del país
(incluyendo la CUT).
En segundo lugar, ya a mediados de año, con la llegada de Burgos
y Valdés a Interior y Hacienda, se comienza a evidenciar la derrota definitiva
de los sectores progresistas al interior del gobierno, y el proceso de
restauración de una razón conservadora neoliberal en el curso de las reformas,
por lo que la posibilidad de su disputa se hizo cada vez más improbable.
Por último, los casos de corrupción y la grave crisis de
legitimidad, obligan a pensar que resultará muy difícil para el bloque en el
poder cerrar el ciclo de movilizaciones, puesto que no cuentan con la
legitimidad suficiente para consolidar reformas en ninguno de los sectores en
los que se han propuesto, aunque queda todavía por ver el tema constituyente.
Estas fueron algunas de las lecciones de nuestro Partido a
finales de año, donde si bien no se desecha por completo la tesis de
incidencia, si se hace evidente la necesidad de complementarla con una tesis de
emergencia política. Esto resulta crucial, puesto que la única salida a la
crisis política e institucional resulta de la emergencia de nuevas fuerzas
transformadoras, que sean capaces de empalmar su acción con los intereses de
las grandes mayorías trabajadoras del país, por construir una sociedad
democrática basada en derechos y la posibilidad de tener una vida digna para
los trabajadores y trabajadoras, sus familias y sus comunidades.
En este sentido, el partido llamado a transformar nuestro país,
no estará circunscrito a los estrechos límites de las orgánicas que hoy
conforman la "nueva izquierda",
sino que será la expresión política y organizada de una amplia franja de la
sociedad, que toma en sus manos la posibilidad de definir su destino. La tarea,
por tanto, de nuestras organizaciones, consiste en realizar los esfuerzos por
converger programática y estratégicamente, vinculando este proceso con las
fuerzas vivas del mundo social, que día a día se enfrentan al neoliberalismo en
la lucha por sus derechos.
Hoy día, la tesis de la incidencia no puede comprenderse por
fuera de la tesis de la emergencia, y la tesis de la emergencia no puede
comprenderse por fuera de una tesis de unidad. Poner la incidencia por delante
de la emergencia implica no comprender la correlación de fuerzas existente
entre el movimiento popular y el bloque en el poder; mientras que poner la
emergencia por delante de la unidad significa entregarse a una miopía
vanguardista, que no es capaz de reconocer el estado de las fuerzas políticas
de izquierda, ni la imperiosa necesidad del mundo social por constituir un
referente político.
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