* Discurso pronunciado por el camarada Mao Tse-tung en el acto inaugural de la Escuela del Partido adjunta al Comité Central.
1.ƒ de febrero de 1942Hoy se abre la Escuela del Partido; deseo que tenga
muchos éxitos.
En esta ocasión, quisiera decir algo acerca del
estilo de trabajo en nuestro Partido.
¿Por qué hace falta un partido revolucionario? Porque
en el mundo existen enemigos del pueblo que lo oprimen y éste desea sacudirse
esa opresión. En la era del capitalismo y el imperialismo, se necesita un
partido revolucionario como el Partido Comunista. Sin un partido así, al pueblo
le es de todo punto imposible sacudirse la opresión de sus enemigos. Nosotros
somos el Partido Comunista, tenemos el deber de dirigir al pueblo en la lucha
para derrotar al enemigo, y por eso, debemos mantener nuestras filas bien
alineadas, marchar al mismo paso y disponer de tropas selectas y de buenas
armas. Sin esas condiciones, no podremos derrotar al enemigo.
¿Cuáles son los problemas que se presentan ahora en
nuestro Partido? Su línea general es acertada y no plantea ningún problema; su
labor ha sido fructífera. El Partido cuenta con centenares de miles de militantes,
que dirigen al pueblo en una lucha extraordinariamente dura contra el enemigo.
Esto es claro para todos y a nadie deja dudas.
¿No hay, pues, ningún problema en nuestro Partido? Yo
digo que sí, y que, en cierto sentido, el problema es bastante serio.
¿Cuál es? Que en la mente de algunos camaradas se
manifiestan ciertos fenómenos que no son muy correctos ni convenientes.
Esto quiere decir que todavía hay algo incorrecto en
nuestros estilos de estudio y de relaciones internas y externas, así como en
nuestro estilo
literario. Por algo incorrecto en el estilo de estudio, se entiende el mal del
subjetivismo; en el estilo de relaciones del Partido, el mal del
sectarismo, y en el literario, el mal del estilo de cliché del Partido [1]. Todos ellos son
estilos incorrectos, pero no barren todo el cielo como el viento del Norte en
invierno. El subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido ya
no son estilos dominantes, sino ráfagas de viento contrario, bocanadas de aire
viciado que salen de un refugio antiaéreo. (Risas.) No obstante, es malo
que esos vientos sigan soplando en el Partido. Debemos tapar las bocas por
donde se escapa ese aire viciado. Todo nuestro Partido debe emprender esta
labor, y lo mismo debe hacer la Escuela del Partido. Estos tres vientos
nefastos -- el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido --
tienen su origen histórico. Si bien ya no predominan en el Partido, siguen
haciéndonos un daño constante y acometiendo contra nosotros, por lo cual es
preciso contrarrestar su acción, estudiarlos, analizarlos y hacer claridad
sobre ellos.
Nuestra tarea es combatir el subjetivismo para
rectificar el estilo de estudio, combatir el sectarismo para rectificar el de
relaciones del Partido, y combatir el estilo de cliché del Partido para rectificar
el estilo literario.
A fin de derrotar a nuestro enemigo, es imperativo
cumplir la tarea de rectificar el estilo de trabajo en el seno de nuestro
Partido. Nuestros estilos de estudio y literario también forman parte del
estilo de trabajo del Partido. Siempre que este estilo de trabajo sea del todo
correcto, el pueblo entero seguirá nuestro ejemplo. Los no militantes del
Partido que padezcan de los malos hábitos mencionados, aprenderán de nosotros y
corregirán sus errores si son gente de buena fe; de este modo, influiremos en
la nación entera. Con tal que los comunistas mantengamos nuestras filas bien
alineadas, marchemos al mismo paso y dispongamos de tropas selectas y de buenas
armas, podremos derrotar a cualquier enemigo, por poderoso que sea.
Hablaré ahora del subjetivismo.
El subjetivismo es un mal estilo de estudio,
contrario al marxismo-leninismo e incompatible con el Partido Comunista. Lo que
necesitamos es un estilo de estudio marxista-leninista. Cuando hablamos del
estilo de estudio, no sólo nos referimos al estilo de estudio en los centros de
enseñanza, sino también al de todo el Partido. Es un problema relativo al modo
de pensar de los miembros de nuestros organismos dirigentes, de todos nuestros
cuadros y de todos los militantes de nuestro Partido; se trata de nuestra
actitud hacia el marxismo-leninismo, de la actitud de todos los camaradas del
Partido respecto al trabajo. Es, pues, una cuestión de importancia excepcional,
de primordial importancia.
Actualmente, ciertas ideas confusas cunden entre
mucha gente. Por ejemplo, ideas confusas acerca de qué es un teórico, qué es un
intelectual, y qué significa la integración de la teoría con la práctica.
Ante todo, hagámonos la siguiente pregunta: ¿Es alto
o bajo el nivel teórico de nuestro Partido? Últimamente, se han traducido más
obras marxista-leninistas, y el número de lectores ha crecido también. Esto es
algo muy bueno. Pero, ¿podemos decir que el nivel teórico de nuestro Partido es
ya muy elevado? Es cierto que ahora el nivel es un poco más alto, pero nuestro
frente teórico no guarda ninguna proporción con el rico contenido del
movimiento revolucionario chino, y una comparación entre uno y otro muestra un
retraso muy grande en el dominio de la teoría. En términos generales, nuestra
teoría todavía no ha podido ponerse a la par de la práctica revolucionaria,
para no hablar ya de que se haya colocado a su vanguardia, como debería ser.
Todavía no hemos elevado nuestra práctica, tan rica en contenido, a su debido
nivel teórico. No hemos examinado aún todos los problemas de la práctica
revolucionaria, ni siquiera los de importancia, para elevarlos a la etapa de la
teoría. Juzguen ustedes: En los terrenos económico, político, militar y
cultural de China, ¿cuántos de nosotros hemos creado teorías dignas de tal
nombre, que puedan ser consideradas científicas y minuciosamente elaboradas, y
no bosquejos imprecisos? Especialmente en el campo de la teoría económica, a
pesar de que el capitalismo chino cuenta ya con cien años de desarrollo desde
la Guerra del Opio, no se ha producido todavía ni una sola obra teórica,
auténticamente científica, Que concuerde con la realidad del desarrollo
económico de China. En el estudio de los problemas económicos de nuestro país,
por ejemplo, ¿podemos decir que ya es alto nuestro nivel teórico? ¿Podemos
decir que nuestro Partido posee ya teóricos en economía dignos de este nombre?
Ciertamente que no. Hemos leído muchas obras marxista-leninistas, pero ¿podemos
pretender que ya tenemos teóricos? No, no podemos. Pues el marxismo-leninismo
es la teoría creada por Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la base de la
realidad, la conclusión general extraída por ellos de la realidad histórica y
de la práctica revolucionaria. Si nos limitamos a leer sus obras sin dar un
paso adelante para estudiar, a la luz de su teoría, la realidad histórica y la
práctica revolucionaria de China y sin tratar de reflexionar en esta
última desde el ángulo teórico, no podremos llamarnos, presuntuosamente,
teóricos marxistas. Si nosotros, siendo miembros del Partido Comunista de
China, cerramos los ojos a los problemas del país y no sabemos más que citar de
memoria conclusiones o principios sueltos extraídos de las obras marxistas,
entonces nuestros logros en el frente teórico serán, fuerza es decirlo, muy
pobres. Si lo único que sabe hacer una persona es aprenderse de memoria la
economía o la filosofía marxistas y recitarlas fluidamente desde el primer
capítulo hasta el último, pero no sabe en absoluto aplicarlas, ¿puede ser
considerada como teórico marxista? ¡No! No puede serlo. ¿Qué clase de teóricos
necesitamos? Teóricos que, de conformidad con la posición, el punto de vista y
el método marxista-leninistas, puedan interpretar certeramente los problemas
prácticos que surgen en el curso de la historia y de la revolución, y dar
interpretaciones científicas y explicaciones teóricas de los problemas
económicos, políticos, militares y culturales de China. Estos son los teóricos
que necesitamos. Para ser un teórico así, uno tiene que asimilar verdaderamente
la esencia del marxismo-leninismo, tener una real comprensión de la posición,
el punto de vista y el método marxista-leninistas, así como de la doctrina de
Lenin y Stalin sobre la revolución en las colonias y en China, y saber aplicar
todo ello para analizar de modo penetrante y científico los problemas prácticos
de China y descubrir así las leyes de su desarrollo. Tales son los teóricos que
realmente necesitamos.
El Comité Central del Partido ha tomado una decisión
en la que llama a nuestros camaradas a que aprendan cómo aplicar la posición,
el punto de vista y el método marxista-leninistas para estudiar seriamente la
historia de China y sus asuntos económicos, políticos, militares y culturales,
para analizar de modo concreto cada problema sobre la base de materiales
detallados, y luego extraer conclusiones teóricas. He ahí la responsabilidad
que pesa sobre nuestros hombros.
Los camaradas de la Escuela del Partido jamás deben
considerar la teoría marxista como un dogma sin vida. Hay que dominar la teoría
marxista y saber aplicarla; dominarla con el único objetivo de aplicarla. Si
uno puede aclarar uno o dos problemas prácticos desde el punto de vista
marxista-leninista, merecerá elogios y podrá decirse que ha logrado algunos
éxitos. Mientras más problemas aclare y más amplia y profundamente lo haga,
mayores serán sus éxitos. La Escuela del Partido debe adoptar la siguiente regla:
para calificar a un estudiante es necesario examinar cómo ve los problemas de
China después de haber estudiado el marxismo-leninismo, si los ve de una manera
clara o confusa y si sabe o no enfocarlos.
Viene ahora la cuestión de los intelectuales. Ya que
China es un país semicolonial y semifeudal y su cultura no se ha desarrollado,
los intelectuales son particularmente apreciados. Hace más
de dos años, el Comité Central del Partido tomó una decisión sobre el problema
de los intelectuales[2], según la cual
debemos ganárnoslos en gran número y dar una buena acogida a todos aquellos que
sean revolucionarios y estén dispuestos a participar en la resistencia al Japón.
Tenemos toda la razón para respetarlos, porque sin intelectuales
revolucionarios no puede triunfar la revolución. Pero sabemos que muchos
intelectuales, creyéndose muy instruidos, se dan aires de eruditos, sin
comprender que esos aires son malos y perjudiciales y les impiden progresar.
Deberían comprender la verdad de que en realidad muchos llamados intelectuales
son, en términos relativos, los más ignorantes, mientras los obreros y los
campesinos con frecuencia saben más que ellos. Alguien me dirá: "(¡Ajá!
Usted está volviendo las cosas al revés y diciendo tonterías." (Risas.)
Pero, camarada, no se impaciente; algo de verdad hay en lo que acabo de decir.
¿Qué son los conocimientos? Desde que existe la
sociedad de clases, en el mundo ha habido sólo dos categorías de conocimientos:
unos son los de la lucha por la producción y otros, los de la lucha de clases.
Las ciencias naturales y sociales son la cristalización de estas dos categorías
de conocimientos, y la filosofía es la generalización y resumen del
conocimiento de la naturaleza y de la sociedad. ¿Hay alguna otra categoría de
conocimientos? No. Veamos ahora el caso de los estudiantes educados en centros
docentes separados por completo de las actividades prácticas de la sociedad.
¿Qué sucede con ellos? Empiezan sus estudios en una escuela primaria de ese
tipo, los terminan en una universidad del mismo género, obtienen su diploma, y
entonces son considerados gente instruida. Pero lo que han adquirido no son
sino conocimientos librescos; aún no han tomado parte en ninguna actividad
práctica ni han aplicado lo aprendido en ningún campo de la vida. ¿Personas así
pueden ser consideradas intelectuales completos? Me parece muy difícil, porque
sus conocimientos no son todavía completos. ¿Qué son, pues, conocimientos
relativamente completos? Todo conocimiento más o menos completo se forma en dos
etapas: la primera, el conocimiento sensorial, y la segunda, el conocimiento
racional, que es una etapa superior de desarrollo del primero.
¿Qué tipo de conocimientos son los adquiridos por los estudiantes
en los libros? Suponiendo que todos sus conocimientos fueran verdaderos, no
son, sin embargo, conocimientos conseguidos por medio de su experiencia
personal, sino teorías establecidas por sus antecesores, fruto de la síntesis
de las experiencias de éstos en la lucha por la producción y en la lucha de
clases. Por supuesto, es absolutamente necesario que los estudiantes adquieran
este tipo de conocimientos; no obstante, debe entenderse que, en cuanto a ellos
concierne, estos conocimientos son en, cierto sentido, unilaterales, algo que
ha sido comprobado por otros, y no por ellos mismos. Lo más importante es saber
aplicar estos conocimientos en la vida y en la práctica. Por eso, aconsejo a
aquellos que tienen sólo conocimientos librescos pero que todavía no han tenido
contacto con la práctica o han adquirido poca experiencia en ella, que se den
cuenta de sus propias deficiencias y sean un poco más modestos.
¿Cómo hacer que se conviertan en auténticos
intelectuales aquellos que sólo poseen conocimientos librescos? La única manera
es que participen en el trabajo práctico y se conviertan en trabajadores
prácticos, y que quienes se ocupan del trabajo teórico estudien problemas
prácticos de importancia. Así se logrará este objetivo.
Lo dicho no dejará de enfadar a algunos, que dirán:
"Según su explicación, ni el propio Marx puede ser considerado como
intelectual." A eso responderé: Están en un error. Marx no sólo tomó parte
en la práctica del movimiento revolucionario, sino que también creó la teoría
de la revolución. Partiendo del más simple elemento del capitalismo, la
mercancía, hizo un estudio minucioso de la estructura económica de la sociedad
capitalista. Millones y millones de personas veían y utilizaban a diario la
mercancía, pero estaban tan acostumbradas a ella que no se daban cuenta de lo
que representaba. Sólo Marx la estudió científicamente. Hizo un enorme trabajo
de investigación de su transformación real y dedujo una teoría completamente
científica de algo que existía universalmente. Estudió la naturaleza, la
historia y la revolución proletaria y creó así el materialismo dialéctico, el
materialismo histórico y la teoría de la revolución proletaria. De este modo,
Marx llegó a ser el intelectual más completo; representa la cima de la
sabiduría humana, y es fundamental la diferencia que existe entre él y aquellos
que sólo tienen conocimientos librescos. Marx realizó investigaciones y
estudios detallados en medio de la lucha práctica, formuló generalizaciones y
luego comprobó sus conclusiones llevándolas a la lucha práctica. He ahí lo que
llamamos trabajo teórico. Nuestro Partido necesita que muchos camaradas
aprendan a realizar esta labor. Ahora tenemos en nuestro Partido un gran número
de camaradas que pueden aprender a hacer estudios teóricos de este género, y la
mayor parte son inteligentes y promisorios; debemos darles importancia. Pero
ellos deben guiarse por los principios correctos y no repetir los errores del
pasado. Tienen que desechar el dogmatismo y no quedarse en frases sacadas de
los libros.
En el mundo sólo existe una clase de teoría
verdadera, la teoría extraída de la realidad objetiva y comprobada en ella;
ninguna otra cosa merece el nombre de teoría en el sentido que damos a esta
palabra. Stalin dijo que la teoría deja de tener objeto
cuando no se halla vinculada a la práctica [3]. Una teoría que no
tiene objeto es inservible y errónea, y debe ser descartada. Hay que avergonzar
a los aficionados a propagar tales teorías. El marxismo-leninismo es la verdad
más correcta, científica y revolucionaria, nacida de la realidad objetiva y
comprobada en ella, pero muchos de quienes lo estudian lo toman como un dogma
sin vida, impidiendo así el desarrollo de la teoría, perjudicándose a sí mismos
y causando daño también a otros camaradas.
Por otro lado, aquellos camaradas dedicados al
trabajo práctico también tendrán tropiezos si hacen mal uso de su experiencia.
Es verdad que ellos tienen a menudo mucha experiencia, lo que es bien digno de
aprecio, pero sería muy peligroso que se contentaran con su experiencia. Deben
comprender que sus conocimientos son principalmente sensoriales y parciales, y
que les faltan conocimientos racionales y generales; en otras palabras, les
falta teoría y sus conocimientos son también relativamente incompletos. La
labor revolucionaria no puede realizarse bien sin conocimientos relativamente
completos.
Así pues, hay dos clases de conocimientos
incompletos: aquellos que se encuentran ya elaborados en los libros y aquellos
que son principalmente sensoriales y parciales; unos y otros son unilaterales.
Sólo su combinación puede producir conocimientos válidos y relativamente
completos.
Sin embargo, para estudiar la teoría, nuestros
cuadros con un pasado obrero o campesino deben primero adquirir una instrucción
elemental. Sin ella, no podrán aprender la teoría marxista-leninista. Adquirida
esa instrucción, podrán estudiarla en cualquier momento. De niño, nunca tuve la
oportunidad de ingresar en una escuela marxista-leninista.
Sólo me enseñaban cosas como ésta: "El Maestro dijo: '¡Qué agradable es
aprender y repasar constantemente lo aprendido!'"[4] No obstante
ser anticuado el contenido de ese género de enseñanza, de ella saqué algo
bueno, pues aprendí a leer. Ahora ya no estudiamos los clásicos confucianos,
sino materias nuevas, como chino moderno, historia, geografía y ciencias
naturales, que una vez dominadas, nos serán útiles en todas partes. El Comité
Central de nuestro Partido exige ahora especialmente que nuestros cuadros con
un pasado obrero o campesino adquieran una instrucción elemental, pues así
podrán luego aprender cualquier materia: política, ciencia militar o economía.
Si no, por muy rica que sea su experiencia, nunca serán capaces de estudiar la
teoría.
De ahí se desprende que, para luchar contra el
subjetivismo, debemos ayudar a los dos tipos de personas antes mencionados a
desarrollar el aspecto en que son deficientes y a integrarse un tipo con el
otro. Los que tienen conocimientos librescos deben desarrollarse en el aspecto
práctico; ésta es la única manera de no quedarse estancados en los libros ni
caer en el error de dogmatismo. Los que tienen experiencia en el trabajo
práctico deben estudiar la teoría y leer a conciencia; sólo así podrán
sistematizar y sintetizar sus experiencias para elevarlas al nivel de la
teoría, y evitarán tomar sus experiencias parciales por verdades universales,
así como caer en el error de empirismo. Tanto el dogmatismo como el empirismo
son subjetivismo, aunque parten de dos polos opuestos.
Por lo tanto, en nuestro Partido hay dos formas de subjetivismo:
el dogmatismo y el empirismo. Cada uno de éstos ve sólo una parte y no el todo.
Si no tenemos cuidado, si no comprendemos que esta unilateralidad es un defecto
ni hacemos todos los esfuerzos por corregirlo, será fácil que tomemos un camino
equivocado.
De estas dos formas de subjetivismo, sin embargo, es
el dogmatismo el que en la actualidad constituye un mayor peligro para nuestro
Partido. Pues los dogmáticos pueden tomar fácilmente el disfraz de marxistas
para asombrar, cautivar y poner a su servicio a los cuadros con un pasado
obrero o campesino, para quienes es difícil descubrirlos; también pueden
asombrar y cautivar a la juventud ingenua e inexperta. Si superamos el
dogmatismo, los cuadros con conocimientos librescos se unirán de buen grado a
aquellos que poseen experiencia práctica, y estarán dispuestos a estudiar los
fenómenos reales; entonces surgirán muchos buenos trabajadores que integren la
teoría con la experiencia, así como teóricos auténticos. Si superamos el dogmatismo,
los camaradas con experiencia práctica tendrán buenos maestros que les ayuden a
elevar sus experiencias al nivel de la teoría y de este modo evitarán caer en
el error de empirismo.
Además de las ideas confusas sobre lo que es un
teórico y un intelectual, entre muchos camaradas hay otra idea confusa acerca
de lo que significa "unir la teoría con la práctica", frase que
siempre tienen a flor de labios: Hablan todos los días de "unir",
pero lo que en realidad quieren decir es "separar", porque no hacen ningún
esfuerzo por unir. ¿Cómo unir la teoría marxista-leninista con la práctica de
la revolución china? Dicho en lenguaje corriente, esto se logra
"disparando la flecha al blanco". Cuando uno dispara una flecha,
tiene que apuntarla a un blanco. La flecha es al blanco lo que el
marxismo-leninismo a la revolución china. Algunos camaradas, sin embargo,
"disparan sus flechas sin tener un blanco" o tiran al azar; es fácil
que esas personas perjudiquen a la revolución. Otros no hacen más que darle vueltas
y más vueltas a la flecha que tienen en sus manos, exclamando sin cesar:
"¡Qué flecha tan bonita! ¡Qué flecha tan bonita!", pero nunca quieren
dispararla. Estos son aficionados a las antigüedades, y casi no tienen nada que
ver con la revolución. La flecha del marxismo-leninismo tiene que ser disparada
al blanco de la revolución china. Si este punto no es aclarado, el nivel
teórico de nuestro Partido nunca se elevará y la revolución china jamás
triunfará.
Nuestros camaradas deben comprender que si estudiamos
el marxismo-leninismo, no es para lucirnos, ni porque éste encierre algún
misterio, sino exclusivamente porque es la ciencia que conduce la revolución
proletaria a la victoria. Hasta la fecha, todavía hay no pocos que consideran
ciertas frases sueltas de las obras marxista-leninistas como una panacea ya
preparada, que, una vez adquirida, permite curar cien enfermedades sin ningún
esfuerzo. Estas personas padecen de una ignorancia infantil, y nuestro deber es
darles ilustración. Son precisamente tales ignorantes los que miran el
marxismo-leninismo como un dogma religioso. Les debemos decir lisa y
llanamente: "Su dogma no sirve para nada." Marx, Engels, Lenin y
Stalin han reiterado que nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la
acción. Sin embargo, tales gentes prefieren olvidar esta afirmación, la más
importante entre las importantes. Se podrá decir que los comunistas chinos han
ligado la teoría con la práctica sólo cuando sepan aplicar la posición, el
punto de vista y el método marxista-leninistas y las enseñanzas de Lenin y
Stalin concernientes a la revolución china y, partiendo de un serio estudio de
la realidad histórica y la práctica revolucionaria de China, den un paso
adelante para realizar, en todos los terrenos, creaciones teóricas que
respondan a las necesidades de nuestro país. Es inútil hablar de la integración
de la teoría con la práctica, aunque eso se repita durante cien años, si no se
la traduce en acción. Para llevar a cabo la lucha contra la manera subjetiva y
unilateral de enfocar los problemas, tenemos que romper el subjetivismo y la
unilateralidad dogmáticos.
Basta por hoy acerca de la lucha contra el
subjetivismo, lucha que tiene por objeto rectificar el estilo de estudio en
todo el Partido.
Me detendré ahora en la cuestión del sectarismo.
Gracias a que nuestro Partido se ha templado durante
veinte años, el sectarismo ya no domina en su seno. Sin embargo, aún se
encuentran supervivencias en las relaciones tanto internas como externas del
Partido. Las tendencias sectarias en las relaciones internas conducen al
exclusivismo respecto a camaradas del Partido y obstaculizan la unidad y
cohesión internas de éste, mientras las tendencias sectarias en las relaciones
externas llevan al exclusivismo respecto a los no comunistas y obstaculizan la tarea
del Partido de unir a todo el pueblo. Sólo extirpando estos dos males, podrá
nuestro Partido avanzar sin obstáculos en su gran obra de conseguir la unidad
de todos nuestros camaradas y de todo nuestro pueblo.
¿Cuáles son los residuos del sectarismo en el seno
del Partido? Principalmente los siguientes:
Primero, la pretensión de "independizarse".
Algunos camaradas sólo ven los intereses parciales y no los generales; en todo
momento destacan indebidamente aquellas secciones de trabajo de las cuales son
responsables, y siempre tienden a supeditar los intereses generales a los
parciales. No comprenden lo que significa el centralismo democrático en el
Partido, ni se dan cuenta de que el Partido Comunista necesita no sólo
democracia sino, sobre todo, centralismo. Olvidan que, dentro del centralismo
democrático, la minoría debe subordinarse a la mayoría, el nivel inferior al
superior, la parte al todo, y todo el Partido al Comité Central. Chang Kuo-tao,
por ejemplo, pretendió "independizarse" del Comité Central y terminó
por traicionar al Partido y convertirse en agente del Kuomintang. Aunque el
sectarismo de que hablamos ahora no es tan particularmente grave, debemos
prevenirlo y acabar con toda manifestación de desunión. Debemos alentar a los
camaradas a tener plenamente en cuenta los intereses del todo. Cada miembro del
Partido, cada sección de trabajo, cada palabra y cada acción deben tener como
punto de partida los intereses de todo el Partido. No será tolerada en absoluto
ninguna violación de este principio.
Los que pretenden este "independizarse"
generalmente se aferran a la doctrina del "yo primero" y se equivocan
en cuanto a la relación entre el militante y el Partido. Aunque respetan de
palabra al Partido, en la práctica se colocan a sí mismos en primer término y
relegan el Partido al segundo. ¿Qué buscan? Fama, posición y oportunidad de
lucirse. Siempre que se les encarga de alguna sección de trabajo, procuran
"independizarse". Para este fin, engatusan a algunos, desplazan a
otros y recurren, entre camaradas, a la jactancia, las lisonjas y la adulación,
introduciendo en el Partido Comunista el estilo filisteo de los partidos
burgueses. Es su deshonestidad lo que les pierde. Creo que debemos trabajar
honestamente; sin una actitud así nada se puede realizar en el mundo. ¿Quiénes
son gente honesta? Marx, Engels, Lenin y Stalin son honestos; lo son los
hombres de ciencia. ¿Quiénes son deshonestos? Trotski, Bujarin, Chen Tu-siu y
Chang Kuo-tao lo son en grado sumo, y aquellos que pretenden
"independizarse" por intereses personales o parciales también son
deshonestos. Todo el que es taimado, todo el que no adopta una actitud
científica en su trabajo, aunque se crea ingenioso e inteligente, en realidad
es el más estúpido, y no tendrá buen fin. Los estudiantes de nuestra Escuela
del Partido deben prestar atención a este problema. Hemos de edificar un
partido centralizado y unificado, y desembarazarnos de toda lucha fraccional
sin principios. Para que nuestro Partido marche al mismo paso y luche por un
objetivo común, tenernos que combatir el individualismo y el sectarismo.
Los cuadros venidos de fuera y los cuadros nativos
deben unirse y combatir las tendencias sectarias. Hay que prestar gran atención
a las relaciones entre los cuadros nativos y los de fuera, porque muchas bases
de apoyo antijaponesas han sido establecidas sólo después de la llegada de
unidades del VIII Ejército o del Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército y gran parte del
trabajo local no se ha desarrollado sino con la llegada de los cuadros de
fuera. Nuestros camaradas deben comprender que, en tales condiciones,
únicamente cuando esos dos tipos de cuadros estén unidos como un solo hombre y
una gran cantidad de cuadros nativos hayan sido formados y promovidos, será
posible que nuestras bases de apoyo se consoliden y nuestro Partido eche raíces
en ellas; de otra manera, eso será imposible. Tanto los cuadros de fuera como
los nativos tienen sus cualidades y defectos; para progresar, es necesario que
superen sus respectivas deficiencias tomando como ejemplo los méritos de la
otra parte. En comparación con los cuadros nativos, los de fuera siempre están
menos familiarizados con la situación de la localidad y menos ligados con las
masas. Veamos mi propio caso, a modo de ejemplo. Llevo cinco o seis años en el
Norte de Shensí, pero en comparación con algunos camaradas de la región,conozco mucho
menos las condiciones locales y estoy mucho menos vinculado con el pueblo de
aquí. Los camaradas que van a las bases de apoyo antijaponesas en Shansí,
Jopei, Shantung y otras provincias deben tener esto en cuenta. Más aún, incluso
dentro de una misma base de apoyo, como sus diferentes sectores no se han
establecido al mismo tiempo, también existen diferencias entre los cuadros de
un sector y los venidos de otro. Los que llegan de un sector avanzado a otro
que lo es menos, pueden ser también considerados como cuadros de fuera, e
igualmente deben preocuparse mucho por ayudar a los cuadros nativos. En
términos generales, allí donde los cuadros de fuera están en la dirección, será
suya la responsabilidad principal si sus relaciones con los cuadros nativos no
son buenas. Y será todavía mayor la responsabilidad de los camaradas que
desempeñan las principales funciones de dirección. En muchos lugares, la atención
que se presta a este problema es todavía muy insuficiente. Hay quienes
menosprecian a los cuadros nativos y se burlan de ellos diciendo: "¿Qué
saben los lugareños? ¡Son unos papanatas!" Esas personas no comprenden en
absoluto la importancia de los cuadros nativos; ignoran tanto las cualidades de
éstos como sus propias deficiencias, y adoptan una actitud errónea, sectaria.
Todos los cuadros de fuera deben tratar con afecto a los cuadros nativos y
prestarles ayuda constante, y es inadmisible ridiculizarlos o atacarlos. Claro
que los cuadros nativos deben, por su parte, adquirir las cualidades de los de
fuera y librarse de todo concepto estrecho e inadecuado, de manera que lleguen
a fundirse con ellos, sin que haya distinción entre unos y otros, evitando así
tendencias sectarias.
Lo mismo puede decirse de las relaciones entre los
cuadros militares y los cuadros civiles. Deben estar completamente unidos y
luchar contra toda tendencia sectaria. Es deber de los cuadros militares ayudar
a los cuadros civiles, y viceversa. Si surgen discordias, unos y otros tienen
que mostrarse indulgentes y hacerse una ellos los principales responsables si
no se llevan bien con los cuadros civiles. Los cuadros militares ante todo
tienen que darse cuenta de su propia responsabilidad y ser modestos en su
actitud hacia los cuadros civiles; sólo de esta manera pueden crearse
condiciones para el feliz cumplimiento de nuestras tareas de combate y de
construcción en las bases de apoyo.
Lo mismo se aplica a las relaciones entre unidades
del ejército, entre localidades y entre secciones. Hay que combatir la
tendencia al seccionalismo, tendencia a preocuparse sólo por la propia sección,
sin atender a los intereses de los demás. Seccionalista es quien permanece
indiferente ante las dificultades de los demás y no quiere ceder ningún cuadro
cuando se lo solicitan otras secciones o, "tomando el campo del vecino
como desaguadero", cede sólo cuadros mediocres, sin mostrar la menor
consideración hacia las demás secciones, localidades o personas. Quien procede
así ha perdido totalmente el espíritu comunista. Se caracteriza por su negativa
a considerar el conjunto y por su total indiferencia hacia las demás secciones,
localidades o personas. Tenernos que redoblar nuestros esfuerzos para educar a
tales personas y hacerles ver en el seccionalismo una tendencia sectaria, que
se volverá peligrosa si se la deja cundir.
Otro problema es el de las relaciones entre los
viejos cuadros y los nuevos. Desde el inicio de la Guerra de Resistencia,
nuestro Partido se ha desarrollado mucho y ha surgido un gran número de cuadros
nuevos; esto es algo muy bueno. En su informe ante el XVIII Congreso del
Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, el camarada Stalin dijo: "[. .
.] los cuadros viejos siempre son escasos, son menos de los que se necesitan y,
en parte, ya comienzan a quedar fuera de combate, en virtud de las leyes
normales de la naturaleza." Aquí Stalin habló tanto de la situación de los
cuadros como de las leyes de la naturaleza. Si en nuestro Partido no existe una
plena cooperación entre la gran masa de cuadros nuevos y los viejos cuadros,
nuestra causa se detendrá a medio camino. Por eso, todos los viejos cuadros
deben acoger con gran calor a los nuevos y tratarlos con la mayor solicitud. Es
cierto que estos últimos tienen sus defectos. Como no hace mucho que participan
en la revolución, les falta experiencia y es lógico que algunos de ellos
conserven rastros de la perniciosa ideología de la vieja sociedad, residuos de
la ideología individualista pequeñoburguesa. Pero esos defectos pueden ser
eliminados gradualmente a través de la educación y el temple en la revolución.
Las cualidades de los nuevos cuadros residen, como señaló Stalin, en que poseen
un agudo sentido de lo nuevo y, por lo tanto, tienen gran entusiasmo y gran
actividad, cualidades de que carecen precisamente algunos
cuadros viejos[5]. Los cuadros
nuevos y los viejos deben respetarse mutuamente, aprender los unos de los
otros, superar las debilidades propias adquiriendo las cualidades de los demás,
para así unirse como un solo hombre en bien de la causa común y prevenir las
tendencias sectarias. Allí donde los viejos cuadros tienen a su cargo la
responsabilidad principal de dirección, en general recaerá fundamentalmente
sobre ellos la culpa si sus relaciones con los nuevos cuadros no son buenas.
Las relaciones antes mencionadas entre la parte y el
todo, entre el militante y el Partido, entre los cuadros nativos y los de
fuera, entre los cuadros militares y los cuadros civiles, entre unidades del
ejército, entre localidades, entre secciones de trabajo y entre los viejos
cuadros y los nuevos, son todas relaciones en el seno del Partido. En todos
estos casos, hay que elevar el espíritu comunista y precaverse contra las
tendencias sectarias, de modo que las filas de nuestro Partido se mantengan
bien alineadas y marchen al mismo paso, en bien de nuestra lucha. Este es un
problema muy importante, que debemos resolver a fondo en el curso de la campaña
por la rectificación del estilo de trabajo en el Partido. El sectarismo es una
manifestación del subjetivismo en el terreno organizativo. Si queremos desechar
el subjetivismo y desarrollar el espíritu marxista-leninista de buscar la
verdad en los hechos, debemos limpiar el Partido de los residuos del sectarismo
y partir del principio de que los intereses del Partido están por encima de los
intereses individuales y parciales, lo cual permitirá a nuestro Partido
alcanzar una unidad y cohesión completas.
Los restos del sectarismo tienen que ser eliminados
no sólo en las relaciones internas del Partido, sino también en sus relaciones
externas. La razón reside en que, para derrotar al enemigo, no basta
simplemente con unir a todos los miembros de nuestro Partido, sino que hace
falta unir a todo el pueblo. Durante veinte años, el Partido Comunista de China
ha realizado un enorme y arduo trabajo en la empresa de unir a todo el pueblo,
y los éxitos que ha logrado en este campo desde que comenzó la Guerra de
Resistencia, son aún más grandes que los del pasado. Esto no significa, sin
embargo, que todos nuestros camaradas ya tengan un correcto estilo en sus
relaciones con las masas populares y estén libres de tendencias sectarias. No.
En realidad, estas tendencias subsisten entre una parte de nuestros camaradas,
e incluso en algunos son muy serias. Muchos camaradas tienden a envanecerse
ante los no militantes del Partido, los tienen en poca estima y los desdeñan, y
se niegan a respetarlos y apreciar sus cualidades. Esto es precisamente una
tendencia sectaria. Después de haber leído unos pocos libros marxistas, en
lugar de volverse más modestos, se hacen más engreídos y siempre hablan de los
demás como de gente que no vale nada, sin entender que ellos mismos en realidad
no tienen más que conocimientos pobres y mal asimilados. Nuestros camaradas
deben comprender la verdad de que los militantes del Partido Comunista siempre
constituyen una minoría en comparación con los no militantes. Suponiendo que
hubiera un comunista por cada cien chinos, entre los 450 millones de habitantes
de China habría cuatro millones y medio de comunistas. Aun en el caso de que el
número de los miembros de nuestro Partido llegara a esta cifra colosal, los
comunistas constituirían tan sólo el uno por ciento del total de la población,
frente al 99 por ciento de no comunistas. ¿Qué razón podernos tener para no
cooperar con los no comunistas? Tenemos el deber de cooperar con todos aquellos
que deseen cooperar con nosotros o sean susceptibles de ello, y no tenemos
ningún derecho de excluirlos. Pero algunos miembros del Partido no lo
comprenden, y menosprecian y hasta rechazan a gentes que están dispuestas a
cooperar con nosotros. No hay ninguna base para proceder de esta manera. ¿Nos
han dado alguna base Marx, Engels, Lenin y Stalin? No. Por el contrario,
siempre nos han encarecido que nos mantengamos estrechamente vinculados con las
masas y que no nos aislemos de ellas. ¿Nos ha dado el Comité Central del
Partido Comunista de China alguna base para actuar así? No. Ni una sola de sus
resoluciones dice que podamos divorciarnos de las masas para permanecer
aislados. Por el contrario, el Comité Central nos ha dicho siempre que nos
mantengamos estrechamente ligados con las masas y no nos divorciemos de ellas.
Así pues, cualquier acción que nos aparta de las masas carece de toda base, y
sólo es fruto pernicioso de las ideas sectarias inventadas por algunos de
nuestros camaradas. Como semejante sectarismo continúa siendo muy grave entre
ellos y sigue obstaculizando la aplicación de la línea del Partido, hay que
llevar a cabo un extenso trabajo de educación en el seno del Partido para hacer
frente a este problema. Debemos, ante todo, hacer que nuestros cuadros
comprendan verdaderamente la gravedad del problema y adviertan que es de todo
punto imposible derrotar a nuestro enemigo y alcanzar el objetivo de la revolución
si los comunistas no se ligan con los cuadros y gentes que no pertenecen al
Partido.
Toda idea sectaria es subjetivismo y es incompatible
con las necesidades reales de la revolución; por lo tanto, hay que llevar a
cabo simultáneamente la lucha contra el subjetivismo y la lucha contra el
sectarismo.
Hoy no hay tiempo para hablar del estilo de cliché
del Partido; será discutido en otra reunión. Sólo diré que es un receptáculo de
inmundicias, una forma de expresión del subjetivismo y del sectarismo. Hace mal
a la gente y perjudica a la revolución; tenemos que eliminarlo por completo.
Para luchar contra el subjetivismo, debemos propagar
el materialismo y la dialéctica. No obstante, hay todavía muchos camaradas del
Partido que no dan importancia a la difusión de ninguno de los dos. Algunos
dejan, impasibles, que se propague el subjetivismo. Creen tener convicciones
marxistas, pero no se esfuerzan por propagar el materialismo, y al oír o leer
algo de índole subjetivista, no se detienen a pensar ni expresan su opinión.
Esta no es la actitud de un comunista. Esto ha hecho que muchos camaradas estén
intoxicados de ideas subjetivistas y que su sensibilidad se halle adormecida.
Por eso, tenemos que iniciar en el Partido una campaña de ilustración para
liberar la mente de esos camaradas de la neblina del subjetivismo y el
dogmatismo, y llamarlos a boicotear el subjetivismo, el sectarismo y el estilo
de cliché del Partido. Estos males son como las mercancías japonesas; sólo
nuestros enemigos desean que los conservemos a fin de mantenernos embotados, y por eso, debemos promover su boicot, al igual que el de
las mercancías japonesas[6]. Hay que boicotear
todas estas mercancías -- el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché
del Partido --, con el objeto de dificultar su venta en el mercado e impedir el
comercio que se hace con ellas aprovechándose del bajo nivel teórico del Partido.
Con este fin, nuestros camaradas deben aguzar el olfato y olfatearlo todo para
juzgar si es bueno o malo, antes de decidirse a acogerlo o boicotearlo. Frente
a cualquier cosa, los comunistas tienen siempre que preguntarse el por qué y
utilizar su propia cabeza para examinar minuciosamente si corresponde a la
realidad y si está bien fundada; no deben en absoluto seguir ciegamente a otros
ni preconizar el servilismo.
Por último, al luchar contra el subjetivismo, el
sectarismo y el estilo de cliché del Partido, debemos tener presentes dos
principios: primero, "sacar lecciones de los errores pasados para
evitarlos en el futuro", y segundo, "tratar la enfermedad para salvar
al paciente". Hay que poner al descubierto, sin tener consideraciones con
nadie, todos los errores cometidos, y analizar y criticar en forma científica
todo lo malo del pasado, para que en el futuro el trabajo se realice más
cuidadosamente y mejor. Eso es lo que quiere decir "sacar lecciones de los
errores pasados para evitarlos en el futuro": Pero, al denunciar los
errores y criticar los defectos, lo hacemos, igual que un médico trata en caso,
con el único objeto de salvar al paciente y no de matarlo. Una persona con
apendicitis se salvará si el cirujano le extrae el apéndice. Si una persona que
ha cometido errores no oculta su enfermedad por temor al tratamiento, ni
persiste en sus errores hasta hacerse incurable, sino que, honesta y
sinceramente, desea curarse y enmendarse, debernos acogerla y curarle la
enfermedad para que se convierta en un buen camarada. Jamás podremos lograr
éxito si nos dejamos llevar por un impulso momentáneo y la fustigamos sin
mesura. No se puede tratar con rudeza enfermedades ideológicas o políticas; hay
que adoptar el único método correcto y eficaz: "tratar la enfermedad para
salvar al paciente".
Me he permitido aprovechar esta ocasión en que se
abre la Escuela del Partido, para hablar extensamente; espero, camaradas, que
reflexionen sobre lo que he dicho. (Clamorosos aplausos.)
[1]Véase "Problemas estratégicos de la
guerra revolucionaria de China", nota 36, Obras
Escogidas de Mao Tse-tung, t. I. El estilo de cliché, que literalmente
traducido del chino es "ensayo en ocho partes", era un simple
malabarismo lingüístico, estereotipado y carente de todo contenido. Cada una de
sus partes estaba sujeta a fórmulas rígidas e incluso a un número determinado
de caracteres; de esta manera, para escribir, bastaba con ajustarse
mecánicamente a las fórmulas requeridas. Al hablar del estilo de cliché del
Partido, el autor se refiere a los escritos de cierta gente en las filas
revolucionarias, que al igual que el mencionado "ensayo en ocho
partes", en vez de analizar las cosas, no hacían más que amontonar
vocablos y términos revolucionarios, concluyendo con un sinnúmero de páginas
llenas de palabras vacías. [pág. 32]
[2]Se refiere a la decisión
del Comité Central del Partido Comunista de China, adoptada en diciembre de
1939, sobre el reclutamiento de intelectuales. Véase "Reclutar gran número de intelectuales", Obras
Escogidas de Mao Tse-tung, t. II. [pág. 35]
[5]Véase J. V. Stalin,
"Informe ante el XVIII Congreso del Partido sobre la labor del Comité
Central del PC (b) de la URSS", III, 2. [pág. 44]
[6]El boicot de las
mercancías japonesas era un método de lucha empleado con frecuencia por el
pueblo chino contra la agresión del imperialismo japonés en la primera mitad
del siglo XX; ejemplos de ello fueron los boicots realizados durante el
patriótico Movimiento del 4 de Mayo de 1919, después del Incidente del 18 de
Septiembre de 1931, y luego, en la Guerra de Resistencia contra el
Japón. [pág. 46]
Mao mato a 45 millones de personas en 4 años. Buen ejemplo!
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