Tras
una editorial que aparece, como cuerda, en la edición de hoy lunes 2 de mayo del
Diario La Tercera, el poder fáctico
irrumpe para posicionar la idea de que las facilidades generadas, vía
aprobación del Convenio 169 para el reconocimiento indígena, es uno de lass
causales que ha contribuido a acrecentar los niveles de violencia en la zona
roja del conflicto del Estado con el Pueblo Mapuche, en estos términos, la idea
de la editorial, es, ni más ni menos, que suponer que una serie de sujetos que
no son capaces de demostrar ascendencia ( quien sabe porqué "accidente histórico ) son los causantes de la ola de violencia actual, diciendo además que las comunidades, los verdaderos Mapuche, son incapaces de realizar estas acciones, una acusación tácita de intervención externa.
En efecto, los problemas derivados de la legislación
flexible pueden condicionar el otorgamiento de tierras, pero valgan aquí
algunas preguntas:
¿Quién reconoce a los pueblos indígenas mediante
certificados?
Conadi.
¿Quién define los mecanismos para la auto adscripción? Conadi.
¿Quién insertó la política de asociaciones en las
comunidades? Conadi.
¿Qué autoridades son las oficiales con las que negocia
Conadi? Presidentes.
¿Era Conadi lo que querían las comunidades que, en 1989, se
reunieron en el pacto de nueva imperial?
Un rotundo NO.
El problema cae de cajón y lo genera el propio Estado y sus
políticas coloniales ancladas en el paternalismo, y esto sucede, principalmente,
por las mismas razones que tienen a la serie de reformas pro empresariales
fracasadas, que ha impulsado la nueva mayoría, contra las cuerdas; una falta
absoluta de confianza en los pueblos, y sus capacidades de autorregular sus
propios procesos.
Si a la editorial de La Tercera le preocupa que el lucro
prime por sobre los objetivos
culturales, en buena hora sabemos esto, y bien seria que tuviera el mismo
interés en torno a los problemas derivados del lucro en educación, AFP, sistema
de salud y tantos otros derechos sociales subordinados a las billeteras del 1%
de este país.
Por
Pável Guíñez Nahuelñir militante de la Izquierda Libertaria.
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