En el epílogo del proceso de reforma laboral me
quedo con la sensación de haber hecho, junto a mi compañero Lucas Cifuentes,
todo lo posible por avanzar en una cuota de justicia para los trabajadores y
trabajadoras de nuestro país.
En particular esta experiencia me dio el honor de
conocer y trabajar con grandes juristas y colegas como José Luis Ugarte
Cataldo, Cesar Toledo Corsi, Eduardo Caamaño Rojo, Sergio Gamonal, María Ester
Feres y el gran Juan Vergara; un puñado de abogados y juristas que intentamos
colocar una cuota de dignidad al debate del trabajo en Chile, con la sola
fuerza del fundamento jurídico de nuestras ideas y principios.
Esta experiencia también me permitió conocer los
límites del mundo sindical y evidenciar sus tremendas falencias, vicios y
limitaciones; y en contrapunto la pulcritud y conciencia de clase del enemigo.
Tuve la oportunidad de tratar directamente con uno de los grandes grupos
económicos, y conocer la metodología -inédita en la realidad laboral del chile
actual- para mantener en silencio a renombradas organizaciones sindicales.
Haber sido un actor de primera línea en este
proceso es una experiencia que queda, y es un aprendizaje para todo el proyecto
político del que formo parte.
Esta experiencia no sé si fue una derrota -porque
nunca tuvimos mucho que ganar- pero nos deja enormes enseñanzas que debemos
transmitir.
Ya nos tocará vencer y lo haremos gracias a esta
experiencia, que nos ha permitido ganar certezas, dimensionar contra quienes
nos enfrentamos y probar de qué material estamos hechos.
Por Oscar Menares
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